Todo comenzó con una aparición a la joven Bernadette Soubirous. Después de la primeraaparición, el 11 de febrero de 1858, le siguieron varias más. La novena, el 25 de febrero de 1858, marcó un punto de inflexión: varios cientos de personas acompañaron a la «vidente» a la cueva esa mañana. Ante sus rostros atónitos, la tomaban por loca, la niña comenzó a raspar la tierra fangosa del fondo de la cueva y a beber en el hueco de sus manos la mezcla de agua y barro que encontró en ella. También se limpió la cara con ella. «Vengan a beber de la fuente y lávense» fueron las instrucciones dadas por la Señora y escuchadas sólo por Bernadette. Desde que se produzco este descubrimiento, la gente acude a beber el agua del manantial y a rociarse la cara con ella. Las primeras curaciones milagrosas se produjeron en los días siguientes. La fuente de Lourdes se convirtió en una peregrinación en sí misma y en una nueva esperanza para millones de enfermos de todo el mundo.
